La sociedad norteamericana jamás volverá a ser la misma. La confianza en sus instituciones y en sus líderes tendrá que ser restituida a través de un proceso lento. El sistema financiero probó estar en manos de unos pillos que no entendieron la ventaja de ser honestos... por pillos. El problema no termina con la explosión de aquella burbuja... el problema continúa, porque esos mismos pillos que nos condujeron al desastre económico más grande de la historia de Estados Unidos, están todavía al frente del sistema financiero norteamericano.


Dándoles - en el mejor de los casos - el beneficio de la duda; aceptando que la destrucción no fue intencional, tendríamos que considerar que estos individuos, quienes todavía se encuentran al frente de la conducción económica del país más poderoso del planeta Tierra, no tenían la más mínima idea de lo que hacían: incluyendo - en ese lote - a grandes economistas, profesores veteranos de las mejores universidades del mundo y a los más connotados banqueros del globo terráqueo. Lo que sigue es la historia de cómo llegamos a donde hoy nos encontramos.


La Quiebra de Lehman Brothers

En septiembre de 2008, la quiebra del banco Lehman Brothers y el colapso de la mayor aseguradora del mundo, AIG, produjo una crisis globlal que se haría sentir en todos los rincones del planeta.


El resultado fue una recesión global que le costó al mundo decenas de billones de dólares; dentro de Estados Unidos, dejó no menos de 30 millones de desempleados y duplicó la deuda nacional.


Parte I

“La Ruta hacia el desastre”


Después de la Gran Depresión, EEUU tuvo 40 años de crecimiento sin grandes contratiempos financieros. La industria bancaria estaba muy regulada. La mayoría de los bancos eran negocios locales y tenían prohibido especular con los ahorros de sus depositarios. Los bancos de inversiones, que manejaban acciones y bonos, eran sociedades pequeñas y privadas. En el modelo tradicional de un banco de inversión, los socios ponían el dinero y lo vigilaban muy de cerca. Los banqueros querían vivir bien, pero sin apostar toda su fortuna en inventos.



Paul Volcker trabajó en el Departamento de Tesorería y fue presidente de la Reserva Federal desde 1979 hasta 1987, durante las administraciones de Reagan y Carter. Antes de entrar en el gobierno, fue asesor económico del banco Chase Manhattan.

Fue nombrado por el Presidente Obama, director del Consejo para la Reconstrucción Económica.